Este caracter parasito no es propio de la burguesia de Venezuela, sino que tambien en Argentina los empresarios actuan de la misma manera.
Saboteando, generando inflacion, humillandose ante el imperialismo, fugando capitales, buscando debilitar al gobierno de Crisitina Fernandez aca y al de Hugo Chavez alla.
Es por eso que si bien el articulo se centra en la situacion especificamente de Venezuela, las conclusiones a las que lleva son de gran utilidad para pensar nuestra Argentina de hoy y comprender los intereses que defiende el empresariado y el papel nefasto que juegan sobre nuestras condiciones de vida.
Esperamos que sea del interes de todos!
Saludos de @MFVargentina
Ya oliendo el desagradable aroma de la derrota que le esperaba a la burguesía el 7 de octubre, no falto, quienes escandalosamente saltaran la talanquera desde la derecha denunciando el paquete neoliberal de la extrema derecha y exigiendo un “golpe de timón de Chávez” desde luego hacia la derecha, ni quienes desde la “izquierda” llamaran a dialogar con ellos, a construir una “oposición democrática” ofrecieran tender puentes y luego del triunfo electoral llamaran de nuevo a la reconciliación, con el fin de “unir al país”. Esta política no es nueva, es la estrategia de los reformistas de siempre cuando se pierden elecciones, concluyen que hay que frenar el proceso porque el “nivel de conciencia es muy bajo”, y cuando se gana, concluyen que hay que frenar, por “reconocimiento del contrario y la unidad nacional”, lo importante es frenar impidiendo el avance del movimiento popular y del logro de un verdadero socialismo. Esta política se repite en lo económico, los reformistas continúan planteando la economía mixta como el último descubrimiento del siglo y los llamados a los empresarios no se hacen esperar para que sean buenos e inviertan en el país.
El carácter de la burguesía nacional
Al igual que en el resto del llamado
tercer mundo, la burguesía venezolana nació arrodillada a sus viejos
amos. Parasita e incapaz, llamada “sector privado”, jamás desarrollo las
fuerzas productivas, condenando a Venezuela a ser un país
monoproductor, a mantener una desangrante economía de puerto que
históricamente lanzo a la pobreza y a la informalidad a millones de
hombres y mujeres.
En los 40 años de la cuarta republica la
clase dominante (empresarios y terratenientes) no fueron capaces de
desarrollar una economía productiva que lograra crear empleos
suficientes y de calidad como para absorber el crecimiento de la fuerza
laboral la cual aumentaba desenfrenadamente con la tasa de natalidad, el
abandono del campo, la incorporación de la mujer al mercado laboral y
la deserción escolar. Este déficit empujó a la informalidad y el
desempleo a gruesas capas de la población, provocando una caída del
ingreso por debajo de la cesta básica y minando de cordones de miseria a
las ciudades venezolanas.
La inversión, el crecimiento y el sector privado
Si hablamos de creación de empleo y
crecimiento sostenido, hablamos de formación de capital fijo. Es decir,
infraestructura, plantas industriales, maquinarias y equipos, capacidad
instalada, esto está íntimamente relacionado con la creación de empleo y
la generación de riquezas que tiene un país y que se conoce como PIB
(Producto Interno Bruto), el cual venia en picada desde 1957 y cuya
tasa de reinversión en capital fijo la ha acompañado en esa caída, que
en el mejor de los casos solo llego a formar una quinta parte del PIB
registrando desde ese entonces un hasta ahora irreversible desplome de
la inversión del “sector privado” (burguesía). De hecho, en la última década se han encontrado en los niveles más bajo desde en 50 años.
El promedio de crecimiento de la
economía venezolana desde los 80 hasta el 2.005 fue de 1,53%. Esto con
una tasa de reinversión del sector privado de no más del 15% del PIB, lo
cual no es suficiente para crecer, dado que la inversión que no pesa a
largo plazo sino solo en el año en que se invierte, se mantiene entre un
4 y 6% y la depreciación del capital invertido en plantas industriales,
equipos y maquinarias, se calcula en un 7% anual. Si ambos se suman
queda claro que la inversión real apenas alcanza para mantener la
capacidad instalada y el crecimiento de la capacidad productiva es nulo.
La idea de que el sector privado
invertirá en el desarrollo industrial es una fantasía reformista que
choca con la realidad. La burguesía en Venezuela tiene una huelga de
capitales que data de más de 40 años. En algunas épocas se hicieron
inversiones y todo el parque industrial se instalo con dinero del Estado
y créditos bancarios que luego pasaron a ser deuda pública; en muchas
fabricas que han sido nacionalizadas se encuentran maquinarias con
placas de adquisición mediante créditos de bancos como el Banco
“Latino”, el “Consolidado” y otros que se declararon en bancarrota y
jamás pagaron a los ahorristas. Las grandes inversiones las realizó el
Estado venezolano a través de infraestructura, vialidad, plantas
hidroeléctricas, telecomunicaciones, etc., luego estas inversiones eran
pasadas a los privados quienes sin arriesgar capital administraban
peajes, distribuían electricidad y desmantelaban empresas estadales para
favorecer sus negocios, como el caso de la línea aérea “VIASA”. La
ecuación es simple, la burguesía jamás ha invertido en el desarrollo del
país ni en la solución de los problemas de la sociedad, no lo hicieron
cuando eran gobierno y el capitalismo estaba en auge, y mucho menos lo
harán ahora que son oposición y han perdido de manera parcial el poder
de decidir directamente sobre las gestiones económicas del país ¿Será
que los reformistas no aprenden?
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