Escrito por Jorge Martín
La situación en Venezuela se desarrolla muy rápidamente después de la jornada electoral de ayer. Esta mañana amaneció con cacerolazos bien duros contra la decisión de declarar a Nicolás Maduro vencedor de las elecciones presidenciales. Los cacerolazos en Caracas eran en barrios populares, en Petare, en Catia, el 23 de Enero. Después empezaron a bajar los barrios, la Dolorita, el Guarataro, Antímano, los barrios al este de Caracas.
En estos momentos hay protestas en todo el país y represión policial también. Algunos se dirigen a los cuarteles militares. En Santa Capilla a tres cuadras del palacio de Miraflores los manifestantes eran detenidos por la Guardia. Hasta que llegaron grupos de civiles armados (me resisto a llamarles colectivos, eso es otra cosa) y empezaron a disparar plomo, principalmente al aire, para dispersarlos.
¿Cómo llegamos hasta aquí? La jornada electoral de ayer enfrentaba a Nicolás Maduro con María Corina Machado (el nombre del candidato opositor de pantalla no importa).
Hay que entender que el gobierno de Maduro no tiene nada que ver con el de Chávez. Más bien es lo contrario. Chávez encabezaba la revolución bolivariana (toma de tierras, comunas, control obrero, nacionalizaciones, enfrentamiento al imperialismo, la discusión sobre el socialismo,etc.) Maduro ha presidido una restauración burguesa y oligárquica (devolución de tierras a terratenientes, privatizaciones, destrucción del control obrero, asalto a la contratación colectiva, trabajadores presos por luchar, etc.)
Un gobierno que además ha usado métodos bonapartistas para eliminar a la oposición, y no solo a la de la derecha golpista, sino también a la de izquierda. Le robaron la tarjeta electoral a Tupamaros, la UPV, el PPT, el Partido Comunista de Venezuela. A este último llegaron al punto de inventarle un partido falso, construido a punta de billete, para tratar de robarle el nombre. En Barinas, cuando perdieron las elecciones, las anularon, inhabilitaron a los candidatos opositores (y al del PCV también) y las repitieron … pero volvieron a perder.
Mientras tanto, MCM representa a la derecha rancia, oligarca, lacaya del imperialismo. La que se ha pasado 26 años entre intentonas de golpe, atentados, llamando a la invasión extranjera, jaleando las sanciones imperialistas, violentas guarimbas y en general destilando odio contra el pueblo profundo, la clase obrera, el pueblo pobre, los campesinos, que se atrevieron a tomar las riendas del país y osaron una revolución.
Los camaradas de Lucha de Clases, la ICR en Venezuela, advirtieron que la clase obrera no tenía caballo en esta carrera. Se trataba de una opción entre la muerte por asfixia y la decapitación.
Pero después de 10 años de profunda crisis económica (la combinación del caos de una revolución inconclusa, las sanciones imperialistas, y la loca expansión monetaria descontrolada seguida de un ajuste monetarista duro que pagó el pueblo trabajador) han desgastado la base de apoyo de Maduro, la que heredó de Chávez y despilfarró hasta tal punto que muchos vieron la posibilidad de derrotar al gobierno por la vía electoral.
De ahí la movilización a los centros electorales que empezó, de manera sin precedentes, a las 10 de la noche del día anterior, sábado. La jornada electoral transcurrió con incidentes solamente menores, algunos centros de votación que no abrieron hasta pasadas horas de la apertura oficial. Pero al final del día se empezó a calentar la situación. Seguidores de la oposición se agolparon en los centros de votación para esperar el recuento oficial, que debe ser anunciado públicamente. Algunos exigían el cierre de los centros a las 6 de la tarde, tal como establecía el reglamento, si no hubieran votantes esperando.
A medida que se iban anunciando los resultados de cada centro de votación, se publicaban en redes fotos de las actas. Todas ellas daban vencedor al candidato opositor. He oído hablar de una sola acta (no la he visto) en la que Maduro llevara la delantera. Claro, hay unas 30,000 actas en todo el país. Unas docenas en redes sociales no determinan el resultado. Pero era significativo que algunas de ellas eran de bastiones chavistas tradicionales, incluyendo el 23 de Enero en Caracas, incluyendo el centro de votación de Chávez. También significativo que nadie publicó ni un acta donde ganara Maduro.
Luego vino la interrupción de la transmisión de resultados de los centros de votación al CNE. El gobierno dice que fue un ataque cibernético desde Macedonia del Norte. Los observadores electorales de la oposición denuncian que no se les dejó entrar en la sala de totalización del CNE, contrariamente al reglamento.
Hay más. Grupos de civiles armados fueron a intimidar a los que esperaban el anuncio de los resultados de cada centro electoral. En algunos casos dispararon para dispersarles. En Táchira hubo un muerto.
Finalmente, hacia las 11 de la noche, el CNE anunció un resultado con el 80% de las actas totalizadas: Maduro 51% contra el 44% de Edmundo González y 4.6% para los demás. Participación del 59%. La tendencia es irreversible, dijo el CNE.
Los datos oficiales, todavía no totales, no coincidían con las actas que se habían publicado en las redes sociales. Es más, al día siguiente, el CNE anunció de manera definitiva la victoria de Maduro sin dar nunca el resultado al 100% y mucho menos publicar el detalle por estado, municipio, centro de votación, de tal manera que no se pueden contrastar los resultados (parciales) oficiales con las actas. No es de extrañar que muchos no creyeran los resultados.
Tremenda hipocresía apestosa la de la derecha internacional que ahora grita fraude, claro: la del PP español, de Milei, de Donald Trump, del canciller peruano (¡cuyo cargo lo avala un golpe de estado!), el fraudulento Vicente Fox, de Bukele y demás personajes esperpénticos. Estos individuos que han apoyado abiertamente golpes en Venezuela o directamente los han organizado, que jalearon la masacre del pueblo en el estallido chileno, que reconocen el gobierno golpista de Perú, que defienden sus intereses de clase imperialistas por todos los medios a su alcance, incluyendo el golpe, la masacre, la invasión y el bombardeo aéreo si fuera necesario. No tenemos nada que ver con ellos. Son nuestros enemigos de clase y los hemos combatido durante dos décadas. No vamos a dejar de hacerlo ahora.
Pero nada de eso explica porqué hoy bajaron los barrios. Eso se explica principalmente por una dinámica interna. Y la responsabilidad es de Maduro y la cúpula dirigente del PSUV que traicionaron la revolución bolivariana.
Y así llegamos a una situación explosiva y muy peligrosa de hoy. Una parte del pueblo pobre ha salido a las calles, de manera espontánea, para derrotar a un gobierno que ya no les representa, pero su única expresión política es MCM, la representante de la derecha golpista, oligarca y pro-imperialista.
Es difícil predecir qué va a suceder. Pero en todos las alternativas más probables, la clase obrera y el pueblo pobre pierden.
Pierden si el gobierno patronal de Maduro se mantiene en el poder sobre la base de la represión masiva.
Pierden si cae y lo reemplaza MCM, la pupila de Trump, Bolsonaro y Milei. Lo peligroso es que sectores de las masas populares parecen haber puesto sus expectativas en ella. Que nadie se llame a engaño. Si llega MCM al poder aplicará un brutal programa de choque neoliberal a la Milei, desmantelando lo que queda de los logros de la revolución, privatizando todo, vendiendo a precio de gallina flaca las industrias básicas, arrasando a punta de fusil con cualquier vestigio de poder comunal que quede. Y todo ello, claro, impuesto por la represión del movimiento obrero, popular y campesino, si osa oponerse.
Algunos dirán “eso ya lo tenemos con Maduro”. No. Será peor, si cabe. Pero es justamente el termidor burocrático patronal de Maduro lo que lleva directamente a la reacción descarnada de MCM. Además, ahora mismo Maduro solo se puede mantener en el poder sobre la base de la represión abierta y apoyándose en el aparato del estado.
Algunos preguntarán “¿pero había otra alternativa ante las sanciones y la agresión imperialista?” Sí. La había. La hemos explicado por activa y por pasiva en los últimos diez años. La alternativa era la que apuntó el propio Chávez en su “Golpe de Timón”: pulverizar el estado burgués y construir una economía socialista. A esto apuntaba también la movilización de la clase obrera y del pueblo pobre en todo momento. Es decir, completar la revolución aboliendo el capitalismo. Eso no hubiera detenido la agresión imperialista ni prevenido las guarimbas, intentos de golpe e invasiones fallidas. Pero hubiera puesto al pueblo trabajador al timón, fortalecido su moral y servido de ejemplo para la clase obrera y los campesinos de todo el continente, colocando sobre el tapete la posibilidad real de extender la revolución socialista más allá de las fronteras de Venezuela.
Mención aparte merece el PCV. Nosotros nos hemos solidarizado desde el principio con los camaradas del Partido Comunista ante la ofensiva anti-democrática del gobierno. Pero es nuestro deber también señalar lo que creemos que son errores graves que cometieron los compañeros. En primer lugar, concebir la APR como una herramienta puramente electoral, en lugar de construirla, como se había acordado, como una organización de lucha. La decisión de lanzar su congreso fundacional quedó en papel mojado. Ahí la responsabilidad no es solo del PCV, pero una parte importante recae en los camaradas por ser la organización más sólida de las que conformaban la APR.
Pero más importante que eso nos parece el error del PCV haber apoyado en estas elecciones a un candidato patronal, que había participado en intentonas golpistas, con el argumento de un frente único por la democratización y la necesidad de recuperar las instituciones y la Constitución. Ahora apelan a crear “espacios de amplia unidad para fortalecer la lucha por la recuperación de la Constitución y el estado de derecho en Venezuela”, lo que se podría interpretar ¡¡como un llamado a la unidad de acción con MCM!!
Estos errores de la izquierda han dejado a la clase obrera totalmente huérfana de una dirección propia, y a remolque de intereses burgueses.
¿Qué queda ahora? Pase lo que pase, es decisivo impulsar con fuerza la necesidad de la organización independiente de la clase obrera por sus propios intereses. Gobierne quien gobierne, los intereses de la clase se defienden.
Y además hay que hacer un balance serio de la experiencia de la revolución bolivariana, de sus logros, pero sobre todo de sus limitaciones. Quien hace una revolución a medias, cava su propia tumba. Aprender de los errores del pasado para no volver a repetirlos.
29 de julio.
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