sábado, 10 de marzo de 2012

Venezuela: Las primarias de la oposición y su abanderado

Escrito por Comité de redacción Lucha de Clases 

En medio de dimes y diretes, rumores de  fraude entre ellos mismos, cuadernos electorales quemados y triunfalismos machacados por una obsesiva campaña publicitaria, tuvieron lugar las elecciones primarias de la oposición. Resultado: ha sido electo Henrique Capriles Radonski como abanderado para las elecciones de 7 de octubre.



Más que un currículum es un prontuario lo que tiene este personaje

El ganador de las elecciones primarias es bien conocido por su actuación durante el golpe de Estado de abril del 2002, cuando asaltó la embajada de Cuba y permitió que sus grupos de choque cortaran los suministros de luz y agua a la misma bajo la amenaza pública de que no les entraría ni agua ni comida hasta que no se entregaran. También fue junto con Leopoldo López uno de los encargados directos de dirigir los actos de represión los días 13 y 14 de abril del mismo año, incluyendo los arrestos y golpizas a Ministros y Diputados. Este personaje perteneció a un grupo de extrema derecha fascista y racista llamado Tradición Familia y Propiedad. Ganó las elecciones a Gobernador del Estado Miranda en el 2008, y acto seguido intentó cerrar las misiones sociales y echar a estudiantes, médicos y comunidades de los espacios ya conquistados, lo cual causó una toma de la ciudad que obligo al gobierno Nacional a intervenir y entregar a las comunidades los espacios. Hoy es candidato a presidente. Qué dictadura es esta… 

El programa de gobierno de Capriles es el programa económico de la reaccionaria burguesía venezolana

Al resultar electo como abanderado de la oposición para enfrentar a Chávez en las elecciones del 07 de Octubre, Capriles ha afirmado que el es un hombre “progresista” y que “no es la hora ni de la izquierda ni de la derecha, es la hora de Venezuela”.
Al ser consultado respecto a las empresas del Estado y a las nacionalizaciones que ha realizado la Revolución, afirma que deben ser revisadas y que él llamará a los empresarios y les preguntará “¿Qué vamos a hacer con estas empresas?”. Afirma que si los empresarios lo aceptan, las empresas volverán a sus manos “legítimas”. Cabe destacar que entre estas empresas se encuentran las siderúrgicas de Guayana, las hidroeléctricas, termoeléctricas y demás plantas de generacion de energía eléctrica (CORPOELEC), la telefonía nacional  (CANTV), las cementeras, las industrias del agro y puertos, entre muchas otras cuyas nacionalizaciones han significado un triunfo histórico de la revolución socialista en Venezuela y América sobre la fuerza reaccionaria del capital, triunfo que sin duda alguna será defendido por la clase obrera y el pueblo el 7 de octubre.
En lo que a la política petrolera se refiere el candidato de la contrarrevolución afirma que  PDVSA no será privatizada, pero revisará la forma en la cual funciona. Desde el punto de vista de la derecha, PDVSA no debe aportar a los proyectos sociales, ni rendir cuenta al fisco nacional como una empresa de todos los venezolanos y venezolanas. La misma sólo debe encargarse de producir petróleo. Para esto fomentará “alianzas con empresas conexas y con países que contribuyan al desarrollo de la inversión extranjera”.
Asimismo, en materia agraria los latifundios que han sido expropiados por la revolución hasta ahora, serán devueltos a los terratenientes en respeto a la “propiedad privada”.
El discurso de Capriles se ha centrado en la promesa de un futuro mejor, de un país de oportunidades con una educación de calidad y sin “adoctrinamientos”, de unos empresarios comprometidos con el desarrollo y “respetuosos” de los trabajadores. Un país en el que el lobo pastará con las ovejas y no habrá lucha de clases.
 
La Realidad

Chávez cuenta con un apoyo muy grande entre la población que lo ve como líder de la Revolución, enfrentado al Imperio con la certeza de que la burguesía no volverá. Su popularidad ha venido creciendo en los últimos meses y definitivamente no será nada fácil para la burguesía apátrida ganarle en las elecciones de Octubre.
Capriles insiste en que su proyecto representa el futuro y afirma que Venezuela es un país en crisis porque “el gobierno se dedica sólo a hacer política”. Jura y perjura que no acabará con las misiones creadas por Chávez sino que va a mejorarlas. Todo esto junto a una cantidad de promesas que cualquier venezolano o venezolana compartirían: Paz, prosperidad, educación, salud, progreso, etc… Todo esto suena muy bonito, pero el gran dilema es: ¿Cómo piensa lograrlo?
¿Privatizar las empresas del Estado y hacer que regresen los patrones nacionales y extranjeros expoliadores del pueblo y de la clase obrera? ¿Qué pensaran los sindicatos, consejos de trabajadores y comunidades de esto? Las misiones sociales de la revolución se sostienen con los recursos de las empresas del Estado. CANTV por ejemplo, destina parte de sus recursos a la Misión Sucre, PDVSA se encarga de la Misión Robinson, Barrio Adentro y la Misión vivienda y así con todas las demás. Si vas a privatizar, ¿Cómo sostener las misiones y mejorarlas?  ¿Qué pasara con la Banca? ¿Volverán los banqueros ladrones, los créditos indexados, las cuotas balón?
Promete un mejor sistema de salud, educación, seguridad social. La pregunta ¿Privadas o públicas? Esto nunca es aclarado en sus alocuciones y discursos…
¿Volverán los militares de plaza Altamira y de abril de 2002 a mandar en los cuarteles? ¿Podrán desmontar las milicias de las cuales constantemente hacen chistes? ¿Podrán desmantelar las fuerzas armadas sin que los soldados hagan algo? ¿Y los trabajadores petroleros, campesinos, amas de casa y demás? ¿Podrán realmente en nombre de la libertad de expresión cerrar los medios públicos y comunitarios? ¿Y todavía piensan que no va a  pasar nada?

La verdad es la siguiente 
Despues de 12 años de feroz lucha contra la Revolución Bolivariana, la burguesía nacional e internacional, el gobierno estadounidense, los banqueros ladrones, los narco paramilitares, y un largo etc. vendrán a cobrar todo lo que han invertido para tumbar a Chávez y vendrán a destruir la Revolución y sus logros sociales, y no hay forma de hacerlo de manera pacífica. Sin duda esto significaría una batalla campal ya no en las urnas electorales sino en las calles, y los resultados, podrían no ser muy alentadores para la burguesía nacional y su desgastada clase política.

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