Es útil recuperar la vieja conseja revolucionaria que advierte que "si no fuera por el reformismo la revolución hubiese triunfado a escala mundial". Y es que históricamente las revoluciones no solo se han enfrentado a gigantes de siete leguas, oligarquías horrorosas o burguesías apátridas, sino que en su desarrollo orgánico, aparece en sus entrañas el reformismo, primero como una enfermedad asintomática, que luego subrepticiamente coloniza la totalidad del proceso revolucionario, hasta que una vez desahuciado, abandonado el proyecto de transformación radical, y desfigurados sus principios esenciales, terminan entregando el cadáver de la revolución a las huestes del capitalismo.
Al hablar de reformismo no cuestionamos la necesidad de las reformas, medios útiles en todo proceso revolucionario. Enfrentamos si, la tentativa de convertir la simple reforma aislada e inocua, en el fin último del proceso político, descartando incluso la necesidad de transformación revolucionaria, y sustituyéndola por una aplicación paulatina de medidas, que palian las contradicciones sociales sin resolverlas estructuralmente, en su anhelo por construir una sociedad "nueva" sin aniquilar la vieja, de procurar cambios superficiales y evitar a toda costa enfrentar los intereses de las clases dominantes y por ende, evadir la confrontación contra los pilares fundamentales de la dominación capitalista.
De esta forma, el reformismo disfraza su accionar con retórica revolucionaria, manipula las consignas y juega con las metas sociales mientras que en su realpolitik busca desesperadamente un diálogo fraterno con el enemigo histórico (o sectores afines), una negociación de élites y hasta un pacto de clases que les garantice sobrevivencia política así sea sobre de la desgracia, la miseria y la depauperación de las clases populares, que siguen sirviendo como soporte de un proyecto transformador prometido,pero devenido en una farsa que tarde o temprano termina retrogradando a las viejas formas de dominación capitalista.
Ya Fabricio Ojeda detectaba el pernicioso veneno que el reformismo inocula a los procesos revolucionarios, y exhortaba: "abandonar el campo reformista y tomar el revolucionario significa decidirse a luchar sin temor alguno, tener seguridad de la victoria y desafiar, cual David, al gigantesco poderío reaccionario, como lo han hecho todos los verdaderos revolucionarios de la historia".
Chávez no obvió las advertencias históricas expresadas por cientos de revolucionarios y revolucionarias, y además presenció el sigiloso paso del reformismo que venía tomando cuerpo dentro de la Revolución Bolivariana. No en balde, en este nuevo episodio de Chávez Radical, el Comandante establece un símil con el gatopardismo, figura literaria derivadade la novela de Giuseppe Tomasi, para definir con claridad el efecto “encantador” del reformismo que busca cambiar todo para que en el fondo nada cambie.
Aló Presidente N° 278. 25 de Marzo de 2007. Hato Calleja. Estado Barinas.
(Fragmentos)
Ha habido revoluciones en el mundo, desde hace mucho tiempo, pero no todas las revoluciones han sido socialistas, esta revolución ha asumido la bandera del socialismo y eso requiere y exige mucho más que cualquier otra revolución. Nosotros hubiéramos podido quedarnos en una revolución nacional, pero detrás de esos términos se esconden muchas cosas, detrás de esos términos, muchas veces indefinidos, se esconden planteamientos que terminan siendo reformistas, que terminan siendo de derecha, que terminan aplicando programas gatopardianos (...) Es decir aquel señor Lampedusa ¿no? Giuseppe Tomasi, el conde de Lampedusa, que escribió su obra El Gatopardo, y en El Gatopardo se habla, por eso de ahí el gatopardismo, un cambio gatopardiano.
¿Qué significa eso? Bueno, cambiemos todo para que en el fondo todo siga igual. Eso es el gatopardismo.
Nosotros debemos ser enemigos del gatopardismo. Por eso es que yo anoche denunciaba, con respeto pero con contundencia, estoy obligado a hacerlo, las tendencias que dentro de nosotros se mueven hacia el reformismo. Soy enemigo de esa tendencia, no enemigo personal de nadie, seamos enemigos y luchemos contra esa tendencia, porque es la tendencia al facilismo, compadre. Suponte tú, voy a poner un ejemplo, un alcalde en cualquier parte, que llego a alcalde y resulta que, bueno, muy revolucionario, fue líder estudiantil, estudiante revolucionario, etcétera, pero llega a una Alcaldía, asume el cargo —o un gobernador o un presidente— y entonces resulta que comienza a sentir las resistencias. Porque no es lo mismo estar en la calle, haciendo protesta o estar en el aula universitaria dando discursos o estudiando la política y la revolución y las revoluciones, que venir aquí. O no es lo mismo estar en la escuela de guerra que venir a la guerra, pues. Entonces, hay mucha gente que por falta de voluntad, por falta a veces de coraje, por falta de conciencia, termina siendo vencido por las resistencias al cambio, que son bastante grandes y por todos lados, y él termina dejándose llevar, se cansa rápido, a lo mejor lucha un año, pudieran ser dos años, pero dice: “No, yo estoy cansado ya, [risa] estoy cansado contra esto”, y se deja llevar por la corriente. Y termina cayendo en brazos del reformismo, que no es otra cosa, que el gatopardismo. Esa es una tendencia que amenaza a toda revolución. Alerto contra el reformismo, alerto contra el gatopardismo y los llamo a todos a que seamos enemigos y nos plantemos en contra de esas corrientes.
Revolución es lo que aquí tenemos que hacer. Revolución o muerte. ¡Una de dos, una de dos!
Revolución es lo que aquí tenemos que hacer. Revolución o muerte. ¡Una de dos, una de dos!
*Tatuy Tv. Equipo realizador: Mayra Soto, Joshua Wilson, Juan Lenzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario